
No puedo haberme equivocado tanto, tratando de entender a tu mirada, al calor tibio de tus palabras, al sonido tenue de tu voz.
Al parecer en todo lo que creí, estaba equivocado y esa sención de retenerte en mis manos, fue tan solo una ilusión. No quiero perdonarte, ya no lo mereces, pues aquello que me das con creces son migajas de dolor.
No meresco me castigues por amarte, ni el desprecio con el que miras este amor. Al final de cuentas lo que no valoras, no mereces, y te aseguro que he aprendido mi lección.
Hasta aqui he llegado, me despido en silencio sin intentos desgarrados, no mas pedidos ni "te quiero" suplicados...
Me he marchado para siempre en mi dolor...
Fernando Delfino
